¿Qué valor tienen las opiniones?

Si quieres estar del lado del “Despertar” de la consciencia, será necesario que revises qué son las opiniones, cómo se forman y que valor real tienen.

Todo el mundo tiene ideas u opiniones acerca de muchas cosas. De hecho, generalmente, nos identificamos con ellas. Las convertimos en nuestra identidad. Y por lo tanto, las defendemos a ultranza. Nos sentimos amenazados e incluso agredidos personalmente cuando se nos presenta una opinión contraria a la nuestra.

El caso es que cada opinión tiene o puede tener otra distinta, incluso contraria.

¿Qué son nuestras opiniones?

opinionesUna opinión es un punto de vista. El “yo” individual se identifica con lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que aprueba y lo que desaprueba, lo que rechaza… Se crea una visión de lo que es correcto y lo que no lo es. Entonces, ve al otro, al que tiene una visión distinta, como alguien que está en el error. Y siente la necesidad de corregir lo que está mal.

Las opiniones raramente son verdaderas. ¿Quién decide que una opinión es más legítima que otra? Normalmente, las opiniones son una combinación de verdadero y falso, o simplemente verdades parciales.

¿Cómo se forman?

Un sistema de creencias y opiniones no es para nada una verdad absoluta. Piensa en cómo se han formado tus propias creencias y opiniones. Dependen del entorno en el que has crecido. De las creencias y opiniones de tu familia. También de las vivencias, sobre todo durante la infancia y adolescencia. La sociedad en la que vives y la educación recibida te han ido moldeando.

Crees que eres libre de pensar como quieras, pero la verdad es que en tu subconsciente han calado multitud de influencias que te han ido moldeando.

 

Ves el mundo a través de una serie de filtros. Lo interpretas y reaccionas ante él según el “color de tus gafas”.

¿Cómo es el mundo basado en opiniones?

Sólo tienes que mirar a tu alrededor. Leer los periódicos o ver las noticias en televisión. Es un mundo dividido, enfrentado, separado. La defensa a ultranza de las propias opiniones causa fricción, irritación y violencia. Tanto hacia los demás como en uno mismo. Es una gran fuente de estrés.

El mundo que ves, según tus “lentes”, es feo o hermoso; está lleno de oportunidades o es un “valle de lágrimas”. Los gobernantes son los adecuados o unos sinvergüenzas. Un deportista es admirable o es un rival despreciable… Las ideas contrarias a las tuyas son “tonterías”, y las personas que las defienden “no tienen ni idea”.

Al defender nuestras opiniones como si nos fuese la vida en ello, creamos un mundo de rivalidad, de amenazas constantes. Desde las opiniones emitimos juicios y decretamos lo que está bien y lo que no es correcto. Pretendemos que los demás se plieguen a nuestra forma de ver el mundo; así creamos a los que son “amigos” (comulgan con nuestras opiniones) y a los que son “enemigos” (defienden ideas contrarias).

“Educamos” a nuestros hijos para que vean el mundo como nosotros y tengan las mismas opiniones, gustos y preferencias. La nación, el sistema o la sociedad hacen lo propio. Lo que se “desvía” es automáticamente incorrecto. Desde todos los bandos de opiniones diferentes se ven a las demás opiniones como errores, falsedades y rivales. Así, el mundo se convierte en un mundo enfrentado permanentemente. Siempre tratando de imponer unas opiniones sobre otras.

¿Qué valor tienen las opiniones?

Si has seguido hasta aquí, ya te habrás dado cuenta de que el valor de las opiniones es, como mucho, relativo. Su utilidad para el individuo mental es el de dar una cierta “seguridad”. La mente se crea una realidad propia, que es la que considera correcta, y el individuo busca rodearse de otros que piensan igual. “Pertenecer” a un grupo es una necesidad natural. Sentirse integrado, valorado y protegido. De hecho, hay personas que cambian fácilmente de una opinión a otra distinta, simplemente para satisfacer esa necesidad.

Una visión más elevada

Desde el Yoga o la Meditación, se busca una visión del mundo cada vez más amplia. Se trata de que la consciencia se vaya expandiendo, de “Despertar”.

En el caso de las opiniones, lo primero es darse cuenta de que todos las tenemos. Ver cómo las hemos creado y cómo las defendemos. Tomar consciencia de cuándo actuamos y enjuiciamos según nuestras opiniones. Y sobre todo, darse cuenta de la relatividad unas veces, e incluso falsedad otras, de nuestras opiniones.

A partir de ahí, en vez de ver a las otras opiniones como amenazas y rivales, podremos entenderlas desde otro ángulo y aceptarlas. No rechazar a las personas que piensen diferente. Si te pones verdaderamente en el lugar de la otra persona, podrás entender su punto de vista. Podrás ver que desde ahí, ese punto de vista es tan válido como cualquier otro (incluso tan válido como el tuyo).

Entonces, si ninguna opinión es una verdad absoluta, significa que la Verdad no está en ellas. Y como las opiniones radican en la mente, si se quiere llegar a la Verdad, habrá que trascender la mente. Eso es precisamente lo que siempre ha enseñado el Yoga y la Meditación. Que la auténtica realidad se percibe desde un estado que va más allá de la mente. Libre de juicios y de opiniones. Sin asentir ni disentir; sin aferrarse ni resistirse. Más allá del sentimiento de “yo” individual o ego.

Desde la visión yóguica no hay separación; el otro es en realidad una expresión de uno mismo. La visión yóguica es una visión más global, más elevada. Como la que tienen los astronautas cuando miran hacia la Tierra desde el espacio: no ven fronteras ni divisiones humanas. Todo es uno.

Una práctica consciente

  • Fíjate en una de tus opiniones y piensa sobre ella. ¿Qué te hace sentir? ¿Agitación, tensión, estrés? ¿Relajación, seguridad, confianza, paz?
  • Cuando piensas en ella, ¿tiendes a defenderla, o a justificarla?
  • ¿Te hace sentir superior o inferior?
  • ¿Cambia según con quién estés?
  • ¿Tus acciones reflejan esa opinión?
  • Ahora toma el punto de vista opuesto. Piensa en ello y observa cómo te sientes.
  • Por último, suelta la opinión, libérate de su garra. Mira los puntos de vista contrarios desde más “altura”. Sin juicios, más allá de la mente, simplemente observando, “siendo”, completamente libre.

La paradoja es que todo esto también puede ser considerado como una opinión… Mientras estés en la mente, todo son pensamientos, opiniones, creencias. En realidad, ir más allá de la mente no se puede explicar, pues con palabras se sigue en la mente. Sólo la experiencia permite percibirlo. Prueba a tener esa visión más global, y entonces verás… Experimenta tú mism@.

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Logan G. C.

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