Los Principios del Reiki
Mikao Usui, fundador del método Reiki, estableció los principios del Reiki como una medicina espiritual para todas las enfermedades. Afirmaba que, meditando sobre ellos al levantarse por la mañana, y antes de dormir por la noche, se lograba la curación del cuerpo y del alma.
Suelen estar en un segundo plano, pues el énfasis se da a la transmisión de energía a través de las manos. Pero la realidad es que pueden ser la mejor iniciación recibida. Si meditas sobre ellos y los aplicas e interiorizas, estarás en las mejores condiciones para ser un buen canal de Reiki.
Sólo aplicando y profundizando en estos principios del Reiki verás transformada tu vida. No necesitas más. Ahí está todo. Es buena idea que los tengas escritos en un lugar bien visible, y así recordarlos a menudo.
Los Principios
Se pueden dar distintas versiones según se traduzca, pues el original está en japonés. Pero el contenido es el mismo. Aquí voy a dar a continuación una versión clásica, y en los comentarios profundizaré un poco en cada uno de ellos.
“SÓLO POR HOY:
- NO TE ENOJES
- NO TE PREOCUPES
- SÉ AGRADECIDO
- TRABAJA HONRADAMENTE Y DILIGENTEMENTE
- SÉ AMABLE CON LOS DEMÁS”
No te enojes
Se trata aquí de no dejarse arrastrar por emociones de enfado y malhumor. No te tomes de manera personal los acontecimientos de la vida. Ni siquiera lo que te dicen directamente. Cada uno actúa y se expresa desde su propio estado emocional. Lo que te hiere del otro es en realidad una herida en tu interior. Explórala.
No te enfades porque las cosas sean como son… No tiene sentido. Si llueve, llueve. Cuando hace calor, hace calor. Si hace frío, hace frío. Darte golpes con la cabeza contra la pared no va a cambiar lo que es, y menos aún lo que ha sido… La aceptación (no la resignación) es el antídoto. Acepta lo que es, y haz lo que esté en tu mano para cambiar y mejorar las cosas. Busca tu equilibrio.
El enojo tiene una repercusión directa sobre tu propia salud. Incrementa tu estrés y con el tiempo daña directamente a tus órganos físicos. La práctica de la relajación y la observación de tus pensamientos te serán de gran ayuda para liberarte del “enfado” crónico.
Esto no significa que no haya que mostrar “enfado” ante algunas situaciones. Protestar por algo, que de esa manera puedes ayudar a cambiar, no sólo es beneficioso, sino que en ocasiones puede ser tu deber. Mostrarte firme, con determinación, puede parecer exteriormente enfado. Pero en tu interior puedes mantener tu centro, de forma que inmediatamente después de esa situación, no te siga afectando.
A medida que crece tu consciencia, empezarás a verte en el otro. Tu comprensión aumentará y tu “enfado” disminuirá. Cuando estés plenamente presente, accederás a un espacio de paz interior. Allí no habrá rastro del enojo.
No te preocupes
Ya lo sabes. Si te preocupas por algo que tiene solución, camina hacia la solución y deja de preocuparte. Si se trata de algo que no tiene solución, entonces, ¿para qué preocuparte? Acepta, más bien.
Pre-ocuparse es ocuparse de algo con anterioridad. ¿Tiene sentido hacerlo cuando lo haces?
Observa cómo tus preocupaciones provienen de tu mente. En su mayor parte son imaginaciones acerca de lo que podría ocurrir. O sobre la vida de otras personas. O peor aún, sobre los problemas del mundo que nos “vierten” en las noticias.
Pregúntate: ¿Hay algo que puedas hacer? Si la respuesta es afirmativa, hazlo. Si no, envía amor y permanece en paz.
La preocupación crea tensión dentro de ti. Tú eres la persona que se va a ver perjudicada en primer lugar al mantener la preocupación en tu mente. Y a continuación, las personas que te rodean. Si estás en paz, generarás un ambiente de paz a tu alrededor. Si vives en la preocupación, emites tensión en tu entorno. ¿Qué quieres regalar a quienes te rodean?
¿Es ahora el momento de “pre-ocuparte”? Seguro que no. En el momento adecuado te “ocupas” de lo que sea. La “pre-ocupación” es darle vueltas antes de que llegue su momento.
De nuevo, el relajarte y observar dónde se dirige tu pre-ocupación, será tu mejor medicina.
Sé agradecid@
Este es el gran secreto para vivir en la abundancia. En mi libro sobre “La verdadera historia de Jesús“, en su parte final, Jesús responde a una pregunta acerca de la oración. En su respuesta dice que la verdadera oración no trata de pedir nada, sino que es: “¡Gracias!”.
Pedir te pone en la carencia. En la “falta de” algo. Ya sea amor, dinero, salud… Agradecer, sin embargo, te coloca inmediatamente en la abundancia. Pues te hace ser consciente de todo lo que tienes. Agradece el aire que respiras, tus alimentos, tus ropas, las personas que te rodean. Tus padres, que te dieron la vida, tu casa, tus posesiones, tu trabajo. Las experiencias que has vivido y lo que has aprendido de ellas, lo que vives actualmente, y lo que vas a vivir en el futuro.
Cuando empiezas a practicar el agradecimiento, no paran de surgir nuevas “cosas” por las que sentirlo. ¡Toda la existencia es digna de ser agradecida!
Este principio por sí solo te puede cambiar la vida. Te animo a que lo primero que digas al levantarte sea: “¡Gracias!”, y que también sea lo último que digas al acostarte. Verás cómo el mundo cambia de color…
El agradecimiento es uno de los grandes pilares en los que se sustenta todo el edificio de “Objetivo Despertar”.
Trabaja honrada y diligentemente
Este principio se ha traducido a veces como “trabaja duro”… No es el sentido que tiene. Se trata de hacer tu labor con consciencia. No dejar que la pereza se interponga. No posponer o procrastinar.
Haz tu trabajo, tu labor en la vida, tu misión, con honradez. Primero contigo mism@. ¿Estás haciendo lo que realmente quieres hacer? ¿Es ésta tu vocación? ¿O sigues el patrón de otros? Y también con los demás. ¿Tu labor conlleva un bien hacia los demás? A medida que eres más consciente, no puedes estar en un lugar en el que se engaña a los demás o se les perjudica.
Así, aquí se trata de que encuentres tu lugar en el mundo, tu misión. Y que cumplas con ella, con cierta disciplina. Sé consciente y sé responsable.
Cuando lo que haces se alinea con tu intención profunda, con tus objetivos de vida, con tu gran “visión”, entonces, ya no es “trabajo”. Es tu “sentido” de vida, tu misión. Encuentras tu lugar en el mundo. Sabes a qué has venido. Y lo haces.
Sé amable con los demás
Deja de ver al “otro” como un adversario. O como un peligro, una amenaza. La otra persona, es igual que tú. Con sus miedos, sus creencias limitantes, su búsqueda de sentido en la vida. Los demás son un reflejo de ti. Y en última instancia, tú eres los demás. Es el gran sentido a que todos somos hermanos. Es más que eso. Somos UNO.
Pero aún sin llegar a esa gran consciencia de unidad, la amabilidad es una forma de lograr una convivencia armoniosa. Saber escuchar, aceptar las opiniones contrarias de otros, entender sus posiciones, sus luchas, sus problemas… La empatía te hace ser más amable. Aprender a ponerte en el lugar del otro, a entenderle profundamente.
Aquí se sitúa la regla de oro: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Y el mandamiento del que hablaba Jesús a sus discípulos: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Esto no es religión. Es consciencia, norma de convivencia natural, en armonía. Es auténtica y bien entendida espiritualidad. En realidad, esta última frase va mucho más allá. El prójimo eres tú mism@. Por lo tanto, lo que quiere decir es “Ama a tu prójimo porque eres tú, ámate en el otro”.
Claro que para poder ser amable con los demás, primero has de serlo contigo mism@. ¿Cómo te tratas? ¿Qué palabras te dices? ¿Te quieres? Si no te amas a ti, igualmente no podrás amar al otro. Si dentro de ti hay violencia, expresarás violencia.
Relájate. Medita. Ama.
Y la guinda del pastel
He dejado para el final la clave esencial…
Hace un tiempo vino un maestro de reiki japonés a España. Al final de una de sus charlas, durante un retiro, en el turno de preguntas del público, alguien le preguntó:
- “Maestro, de los cinco Principios del Reiki, ¿cuál es el mejor?”
Una pregunta típica de la mente occidental, encantada de lidiar con pares de opuestos. Y con la competición. Me recuerda a esa pregunta que algunas personas hacen a los niños: “¿A quién quieres más a papá o a mamá?” Pregunta absurda que crea conflicto interior en el niño…
El maestro guardó un pequeño espacio de silencio. Miró amablemente a su interlocutor, y a continuación a todos los presentes en la sala. Con una sonrisa, dijo, lentamente:
- “El mejor de los cinco Principios del Reiki es… Sólo por hoy.”
Una gran luz espiritual inundó en ese instante la sala. Algunas personas sintieron la elevación que les produjo. Otras vieron aparecer lágrimas en sus ojos. Escalofríos… Y otros necesitarían más tiempo para procesar esa respuesta…
Esta respuesta genial, digna de un Maestro, te saca de un plumazo de la mente “separadora”, del ego y sus preferencias. Y te instala en el “Ahora”, la auténtica realidad, ahí donde únicamente te puedes encontrar.
Son palabras que se encuentran justo al principio, “Sólo por hoy”, y que tienen toda la clave. Su importancia es tal, que podrías suprimir cada uno de los cinco principios. Y quedarte con este “Sólo por hoy”. Esto es, “Aquí y ahora”, plenamente presente, en este instante que es lo único que realmente existe… Es la clave de la Meditación, del Yoga, del Tantra, de toda espiritualidad. No hay más secreto.
Y este Maestro, con esa respuesta, les dio en ese preciso instante, la más grande lección de todo el retiro. Sonreía, porque gracias a esa pregunta, tuvo la oportunidad de compartir la gran enseñanza. Sonreía porque se vio a sí mismo entre el público, haciendo la pregunta que permitiría la respuesta. Y tras decirla, junto sus manos a la altura del pecho, y dijo: “Gracias”.
Que los Principios del Reiki sean tu guía en tu sanación profunda. ¡Namasté!
Acerca del Reiki puedes ver este otro artículo (pincha sobre él): https://elfarodeobjetivodespertar.com/que-es-reiki/
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