Despertar al sufrimiento y a la dicha
En el verano de 2010 viajé a la India, y fruto de las experiencias de aquel viaje escribí mi primer libro: “Objetivo Despertar, las 112 técnicas de meditación ofrecidas por Shiva”. Como cuento en la última parte, subí hasta el glaciar que da nacimiento al río Ganges. Allí, a más de 4.500 metros de altitud, me encontré con un sadhu, o renunciante, que me dio inesperadamente una lección acerca del despertar al sufrimiento y a la dicha.
Bajando por los Himalayas
Yo estaba sentado, contemplando el magnífico paisaje, cuando apareció este sadhu, vestido de naranja, calzando unas simples sandalias y ayudándose con un bastón. Era sorprendente verle así, sin un equipo de montaña adecuado. Un pequeño zurrón le colgaba de la espalda, y yo me preguntaba cómo habría pasado la noche (muy frías incluso en verano) sin más ropa de abrigo.
Al llegar a mi altura se detuvo y me saludó con el típico Namasté. Hablaba perfectamente inglés. Estaba retirado en una vida espiritual tras haber vivido en familia y trabajado toda su vida. Como es tradicional en la India, al retirarse decidió dejarlo todo y dedicarse a la búsqueda de lo divino, preparándose así para la muerte.
Por su forma de hablar, deduje que provenía de una clase media o acomodada. Quizás fue un profesor, un empresario, o un hombre de negocios… No llegó a decírmelo, ni tampoco su nombre. Pero sí me dejó una valiosa enseñanza acerca del despertar al sufrimiento y a la dicha que comparto aquí (y en el libro) contigo.
La enseñanza del sadhu de los Himalayas
Su mirada era profunda, su frente amplia, con la cabeza cubierta por un gorro de lana naranja que dejaba escapar sus cabellos blancos por detrás. Estuvo un rato en silencio, contemplando conmigo el paisaje, y de repente, empezó a hablar:
El primer gran “despertar”
- “La vida es un drama.
El primer gran despertar es al dolor, al sufrimiento.
La consciencia de que todo es pasajero, efímero.
Nada de lo logrado perdura.”
Hablaba lentamente, expresando probablemente una vida de experiencia, con la mirada puesta en el infinito.
- “Los deseos, o bien no se hacen realidad, o si se materializan, no generan sino preocupación, más deseos o dolor ante su pérdida.
Aparecen enfermedades, dolores físicos, la pérdida de seres queridos.
Uno busca la seguridad, pero un día se despierta al hecho de que tal seguridad no existe.
Se puede perder el trabajo, la vivienda, la esposa, cualquier cosa que se posee o que forme parte de la vida o del entorno de uno, puede desaparecer de la noche a la mañana.
La propia vida puede acabar en cualquier momento.
La juventud desaparece y deja paso a un deterioro físico progresivo e implacable, y finalmente, a la muerte.
En el drama de la vida, queremos ser felices, pero esa felicidad parece imposible.
La propia vida se alimenta de la vida.
En la naturaleza, unos seres se comen a los otros, cortando de golpe su aventura vital.
Sólo algunos momentos de aparente felicidad, de soñar con que todo va bien y es permanente.
Una de esas cabras será mañana el alimento de un leopardo. Hoy es feliz, comiendo hierba y jugando con sus compañeras. La felicidad del leopardo será la desgracia para la cabra. Y el propio leopardo podrá ser presa de la trampa de algún cazador furtivo…
La injusticia aparece de golpe.
El odio genera violencia, dolor y muerte. Piensa en las guerras entre los hombres… La incomprensión, los malentendidos…
La armonía perdida en las relaciones.
Sólo sumido en la distracción puede uno creer que es feliz; pero vive una mentira, un sueño dentro de otro sueño.
Y algún día, tarde o temprano, es necesario despertar del sueño, una capa tras otra, deshaciendo la ilusión.”
¿La vida es sufrimiento?
Su discurso parecía ser pesimista, pero veía en él una luz que irradiaba otra cosa; había en él una comprensión profunda de lo que es la vida, una experiencia vital rica, y además, sus palabras resonaban en mí, dando cierto orden a mis propias reflexiones.
- “Tras este primer gran despertar, surge la desilusión, el desánimo o la resignación, la aceptación de una vida mediocre, se haga lo que se haga. Se sigue viviendo por inercia, acechando los momentos de aparente felicidad, basados en el olvido de una condición que se hace insoportable.
O entonces, se busca lograr la felicidad por otros caminos; uno intenta incrementar su autoestima, o el propio conocimiento, o su valía ante los demás, el éxito…
Por otros caminos se vuelve a la misma ilusión: la de creerse que se es algo más importante, alguien que merece el respeto y la admiración de los demás.
La vanidad, cambiar el deseo de ser “alguien”por el deseo de tener… deseo al fin y al cabo.
Se busca la compañía sólo por huir del vacío que provoca la soledad. Huir. Seguimos huyendo de la realidad. Seguimos soñando…”
De vez en cuando, el sadhu me miraba, asegurándose de que le estaba siguiendo. Su forma de hablar, lenta, clara y precisa, me tenía completamente atrapado; estaba de acuerdo con todo lo que decía, y esperaba, ansioso, la continuación.
El segundo gran “despertar”
- “Pero, tras despertar de un sueño, ¿cómo saber si no sigues soñando en algún otro nivel? ¿cómo despertar del sueño de creerse despierto?
Para ello hay que ser consciente de que el sufrimiento que sentimos proviene del sentimiento de ser un ego individual, separado del resto, lleno de deseos, ávido por satisfacerlos de una u otra manera.
Sólo tras esta toma de consciencia podemos buscar la solución, el camino de salida de este mundo de dolor.
Y ese camino nos llevará al segundo gran despertar, aquel que nos liberará del sufrimiento porque veremos la auténtica realidad.
Y esta realidad se podría expresar como que somos Uno; aunque así estaría mal expresado pues en realidad no existimos como individuos separados, luego el “somos” debería ser más bien “ser”. Así, bien expresada, la verdad última es “Ser Uno”.
Pero esto, la mente racional, el pensamiento, no puede captarlo ni entenderlo. Se hace necesario ir más allá de la mente, a un estado de silencio, sin pensamientos, y allí, una vez alcanzado el estado de Ser Uno, sólo entonces, se puede comprender.
Y en tal estado ya no hay dolor, ni sufrimiento; no hay dudas, sólo perfecto conocimiento, dicha y felicidad absolutas.”
El camino inevitable
Guardó silencio, dejando que sus palabras calasen hondo en mi interior. Respiró profundamente, volvió a mirarme y continuó:
- “Este segundo despertar es por el que vale la pena pasar por el primero. Sin este paso, mejor quedarse en el sueño de un mundo en el que oscilamos entre relativas felicidades y sufrimientos, creyendo que encontraremos una seguridad protectora en lo material y en las relaciones entre egos. Pero una vez que intuyes que estás soñando, el camino hacia el despertar es inevitable. Darás más o menos vueltas, elegirás caminos sencillos o dificultosos, pero irás avanzando, y tu destino es el despertar, sin lugar a dudas.”
Se puso en pie, me dijo que se marchaba hacia Gangotri y se despidió juntando sus manos a la altura del pecho saludando con el Namasté, al que correspondí sintiendo realmente el significado de este saludo, esto es, que mi ser interior saluda respetuosamente a tu ser interior.
Le agradecí sus palabras y su compañía, pero casi sin escucharme, se puso en marcha siguiendo su camino. Le vi alejarse mientras reflexionaba sobre sus palabras y sobre lo extraño del encuentro en ese lugar. La India, siempre sorprendente…
“Objetivo Despertar, las 112 técnicas de meditación ofrecidas por Shiva” pgs 260-263
Más sobre el “Despertar” en este artículo: https://elfarodeobjetivodespertar.com/despertar-tan-importante/