ASTEYA
El primer paso dentro de la ciencia del Yoga son los Yamas, generalmente traducidos como “normas éticas”. Uno de ellos es Asteya, no robar, honestidad. Constituye uno de los mandamientos de la religión cristiana: “No robarás”. También es una virtud en el Jainismo y en el Hinduismo. En el Budismo se encuentra incluido en la “acción correcta”, el cuarto paso del Noble Sendero Óctuple. En general, el “no robar” es un mandamiento que se encuentra en todas las culturas, junto al “no matar”, “no mentir” y “no realizar actos sexuales inapropiados”.
No robar
Asteya, o no robar, es necesario para una mejor convivencia en sociedad. Las normas éticas tienen como primer objetivo precisamente ese, la convivencia pacífica y armoniosa de un grupo de personas. La mejora de la convivencia permite vivir con más seguridad, menos miedos, y en general, favorece la sensación de felicidad.
No robar implica no desear las posesiones de otra persona. Y por supuesto, no apropiarse de ellas. También es honestidad, no tratar de engañar a otros. Realizar el propio trabajo diligentemente y honradamente. Más allá, es incluso renunciar a la idea de que la felicidad y la seguridad se encuentran en las cosas externas. Y en un estado aún más elevado, Asteya lleva a afianzarse en el desapego, en el sentimiento de igualdad ante las diversas circunstancias.
Relación con Ahimsa y Satya
Ahimsa es la no-violencia. Puedes ver este artículo acerca de Ahimsa: https://elfarodeobjetivodespertar.com/ahimsa-la-no-violencia/
Robar es una forma de violencia. Es una violación a la intimidad de otra persona. Una falta de respeto, de amor. Un menosprecio a sus derechos.
Satya es la verdad. Puedes ver este artículo acerca de Satya: https://elfarodeobjetivodespertar.com/la-verdad-satya/
Engañar a alguien con el propósito de conseguir su dinero o sus posesiones, es utilizar la mentira, la falsedad. Una persona establecida en la Verdad, no procurará engañar a nadie; será honesta.
Por lo tanto, podemos decir que Asteya, el no-robar, va a ser una consecuencia directa de mantenerse en Ahimsa, no-violencia, y Satya, la Verdad.
Asteya en la acción
La forma más primitiva de robar es simplemente coger lo que es de otro, apropiárselo. En las sociedades grupales primitivas, los más fuertes se apropian de lo que tienen los más débiles. Unos grupos atacan y roban a otros. Durante la infancia se actúa de la misma manera: se coge lo que pertenece a otro niño, sin más.
Esta reacción primitiva, animal, crea el caos en sociedades que empiezan a ser más desarrolladas. Entonces surge la necesidad de frenar estos impulsos con leyes, o normas de convivencia. El ser humano empieza a comprender nociones como el respeto. El niño va creciendo y siendo capaz de ponerse en el lugar del otro.
La capacidad de razonar y la empatía ayudan a evolucionar y pasar por encima de los impulsos animales y más egoístas. En nuestra sociedad, en teoría muy avanzada en muchos aspectos, podemos ver cómo los impulsos egoístas e infantiles siguen dominando en muchas ocasiones.
Asteya en el pensamiento
A un nivel más “espiritual”, se busca la raíz del problema. La acción de robar surge del deseo de las posesiones de otra persona. Aquí, Asteya se traduce como la ausencia de deseo de lo que pertenece a otro. Dejar que crezcan pensamientos llenos de deseo, puede impulsar al camino más rápido: el robo o la apropiación indebida del objeto deseado. Así, en este nivel, Asteya va a consistir en darse cuenta de cuándo aparecen ese tipo de pensamientos y rechazarlos inmediatamente.
La forma de hacerlo es cambiando la forma de ver las cosas; aceptar lo que tiene la otra persona, alegrarse por ella, y si es posible, encaminarse a la acción necesaria para conseguirlo uno mismo, honradamente, sin necesidad de robarlo.
Una herramienta eficaz
La necesidad de apropiarse de lo que no nos pertenece, proviene de una sensación de escasez. No tenemos algo que queremos tener. Y eso nos hace sentirnos inferiores, menos felices.
Es una forma “pobre” de ver las cosas: enfocarse en la escasez, en la falta o ausencia de algo. Pero existe una forma muy superior. Se trata de fijar la atención en todo aquello que sí se posee. Muchas de esas cosas probablemente ya no se aprecian desde hace tiempo, se dan por hechas…
Y para valorar todo eso que sí tenemos, la forma más sencilla y efectiva es el agradecimiento. Simplemente agradecer por todo lo que se tiene: los objetos, las personas queridas, los alimentos, la ropa, la propia vida… La lista puede ser interminable.
Puedes ver más acerca de cómo vivir en la abundancia aquí: https://elfarodeobjetivodespertar.com/vivir-la-abundancia/
Meditar en “Asteya”
Si no prestamos la suficiente atención, nos quedamos con las definiciones más simples. En el caso de Asteya, sería “no robar”. Pero hemos visto que profundizando en el tema podemos descubrir formas más sutiles de Asteya. En comportamientos, en justificaciones mentales, formas de deseo…
Para ser más conscientes, en cualquier ámbito, necesitamos parar un poco y observar la situación desde la calma interior. Observa tus acciones y pensamientos en relación con este “Yama”. ¿Lo haces todo desde una completa honestidad? ¿Cómo ves y reaccionas ante los logros y posesiones de otras personas? ¿Agradeces conscientemente por todo lo que tienes y vives? ¿Te das cuenta de la abundancia que te rodea?…
El paso más elevado
Meditando en Asteya, siendo cada vez más consciente, llegarás a percibir las verdades más transcendentales.
La verdad es que no hay nada que “necesites”. Desde una consciencia profunda sabrás que en todo momento tienes precisamente aquello que necesitas. Percibirás la verdad de esta frase:
“En este preciso instante, la vida te lo está dando todo.”
Esta comprensión no está en la mente. Pasa a través de lo racional, pero va más allá. Tiene que ver con lo que en verdad eres, con tu esencia. Tiene que ver con el significado de la vida, de la existencia.
En este punto robar no es necesario. De hecho, es absurdo. Pues no te robas sino a ti mism@. Además no hay nada que robar. Tú ya eres la abundancia.
Logan G. C.